Jesús y Su Obligación
Written by: Reinhard Bonnke
Monday, April 17, 2000
“Y le era necesario pasar por Samaria”
Leamos lo que le sucedió a Jesús al pasar por Samaria. Es una historia que puede ser resumida en el siguiente versículo. La versión King James de la Biblia en inglés lee: “Él debe pasar por Samaria”; mientras que la Nueva Versión King James lee: “Él tenía que pasar por Samaria”. Sin embargo, la versión que más se asemeja al original griego es la de la Biblia Amplificada la cual dice: “Era necesario que Él pasara por Samaria”.
En el original griego se utiliza el verbo impersonal “dei”. Aunque este verbo aparece unas 105 veces en el Nuevo Testamento, en sólo una de esas ocasiones, se usa para referirse a una necesidad personal. En las demás ocasiones, se refiere a una necesidad moral o emocional. Los versículos bíblicos donde se utiliza este verbo, hablan de lo que el Señor tenía que hacer, su obligación – el propósito por el cual Él había venido al mundo, y no de una simple necesidad física. Leemos por ejemplo:
“…era necesario al Hijo del Hombre padecer mucho…” (Marcos 8:31).
“Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios…” (Lucas 4:43).
“Me es necesario hacer las obras del que me envió…” (Juan 9:4).
“…así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado…” (Juan 3:14).
“…era necesario que él resucitase de los muertos” (Juan 20:9).
Para Jesús, la labor de salvar hombres y mujeres, no podía ser menos importante que el hecho de que Él era uno con Dios. Esta misión era su razón de ser. Él no sólo nos dio salvación, Él fue la salvación. Cristo es a la salvación lo que el calor es al fuego. El Evangelismo fue para Él un verdadero imperativo categórico (uno debe hacer aquello que uno espera que otros hagan en una situación similar). Jesús dijo que Su “alimento” era hacer la voluntad de Dios. Y también dijo que Él había enviado a Sus discípulos a hacer las cosas que Él había hecho:
“Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo”. (Juan 17:18)
“Como me envió el Padre, así también yo os envío”. (Juan 20:21)
Aunque el Evangelio de Juan no presenta los deberes del evangelismo de la misma forma en que lo hacen los Evangelios sinópticos (Mateo, Marcos, y Lucas,); aún así, éstos se encuentran presentes a través de su Evangelio, tanto en forma activa como pasiva.
El Deber de los Discípulos
Los discípulos fueron enviados al mundo – a un mundo que era, y aún es, hostil y pecaminoso. Hoy día, la Iglesia debe preocuparse por mucho más que el “crecimiento de la iglesia”, lo cual puede ser algo muy parecido al crecimiento de cualquier negocio que trata de atraer a los clientes de la competencia. Alguien dijo que fuimos llamados a ser pescadores de hombres y no administradores de peceras, que obtienen sus peces en las peceras de otras personas.
En América, la Iglesia tiene un océano religioso enorme en donde poder pescar. Sin embargo, en Europa, no existe tal océano y son muy pocas las personas que pueden convertirse al Evangelio. Europa no sólo está sumamente secularizada, sino que además, parte de la tradición de los países europeos es estar completamente libres de preceptos religiosos. Para poder salvar un alma, las iglesias europeas han tenido que ser extremadamente ingeniosas y emprendedoras. Sus líderes trabajan arduamente, dando siempre el máximo; y aún así, gran parte de las semillas del evangelio parecen caer en terreno estéril.
He escuchado decir que América es una sociedad compuesta, principalmente, por dos grupos: los religiosos y los no religiosos. Y que a los grupos religiosos se les hace muy difícil evangelizar a los no religiosos. Quizás esta información no es del todo correcta. A decir verdad, eso espero. Algunas personas consideran que tratar de alcanzar a los impíos, es una perdida de tiempo. Sin embargo, cuando escucho las historias de las cosas que suceden en América, pienso que no es imposible. Aún hoy día, Dios está levantando Lázaros espirituales de entre los muertos.
No importando cuán fácil o difícil sea alcanzar las almas que se pierden, ésa es nuestra misión. Si las iglesias americanas son simplemente iglesias para las familias, que prolongan su existencia al pasar la membresía de generación en generación; entonces, debemos declarar un estado de emergencia. Tenemos que convocar a un consejo de guerra – una guerra a gran escala. Necesitamos volver, desesperadamente, a la más importante de nuestras prioridades: evangelizar a los que se pierden. No sólo hemos sido enviados a la Iglesia, hemos sido enviados al mundo. No sólo somos pastores de ovejas, sino que además, somos pescadores de hombres. Estamos aquí para salvar a toda la nación, no sólo a la mitad de sus habitantes.
El mundo es un lugar peligroso, un lugar de testigos fieles y de mártires. He podido observar que la oposición no sólo es intelectual sino que en ocasiones está armada con pistolas, cuchillos, y piedras. Debemos preguntarnos, ¿podrá este mundo desenfrenado triunfar sobre el mundo del amor de Jesús? ¿Estamos preparados para permitir que eso suceda?
Podemos Vencer las Desilusiones
Vamos a sufrir desilusiones, pero éstas no deben detenernos. Leamos nuevamente Juan 2:23-25 hasta 3:2, sin tomar en consideración la división entre los capítulos. El texto lee de la siguiente manera:
En Jerusalén… muchos creyeron en su nombre, viendo las señales que hacía. Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos, y no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues él sabía lo que había en el hombre. Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. Este vino a Jesús de noche…
Aunque algunas personas son vanas, superficiales y falsas, no todas las personas son así. De hecho, el primer capítulo del Evangelio de Juan concluye con la descripción que Jesús da de Natanael, un israelita en quien no había engaño. Nicodemo demostró quién era él, y fue el único hombre de los líderes de Jerusalén que le fue fiel a Jesús, y que se identificó con Él luego de que Jesús fuera crucificado (vea Juan 19:39-40). Algunas semillas se siembran y no producen fruto. Otras se siembran y producen muy poco fruto. Pero existen otras que producen fruto en abundancia. Es la misma semilla, el mismo labrador, pero los terrenos son diferentes. Todo depende de la persona a quién usted le está predicando. Jesús no tuvo éxito alguno en uno de los pueblos de Samaria; de hecho, los residentes de ese lugar ni tan siquiera le permitieron que pasara la noche allí. Sin embargo, en Sicar fue diferente.
En África, en más de una ocasión, hemos perdido todo el dinero que habíamos invertido en los preparativos de una campaña, porque el gobierno ha decidido cancelarla a última hora. También, hemos sido testigos de disturbios como los que Pablo vio en Éfeso (vea Hechos 19:23-24). Sin embargo, ¿qué importa todo eso? Si al final, venceremos (vea 1ra Juan 4:4). Jesús así lo prometió.
Pablo hablaba con frecuencia de la paciencia y de la perseverancia. Éstas son virtudes que todo evangelista debe tener. Pero, sólo Dios las puede dar. Jesús demostró que Él las poseía. En Mateo 4:19, Jesús nos dijo: “Venid en pos de mí”. Esto significa que Él siempre va a ir adelante. Por lo tanto, alguien debe seguirlo. Nosotros queremos ser parte de aquellos que siguen a Jesús.
El 19 de abril, celebré mi cumpleaños número 60 entre familiares y amigos, en mi casa en Frankfurt. Me siento como aquel hombre de fe de la Biblia de quien se escribió: “Siendo Josué ya viejo, entrado en años, Jehová le dijo: Tú eres ya viejo, de edad avanzada, y queda aún mucha tierra por poseer” (Josué 13:1). Tanto usted como yo debemos continuar poseyendo la tierra y recogiendo la preciosa cosecha, para nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
Reinhard Bonnke